Cuando el avance alemán se estancó ante las puertas de Moscú se desató la contraofensiva soviética de invierno que amenazo con hundir el frente alemán. La orden de Hitler de mantener las posiciones recurriendo a «posiciones erizo» fue decisiva para estabilizar la situación pero llevó a la creación de algunas bolsas grupos muy heterogéneos de tropas rodeadas por los soviéticos que permanecieron aisladas durante largo tiempo. La más conocida es la de Demyiansk, pero, más al sur, la de Cholm escribió una página gloriosa en la historia de la Wehrmacht.
Cuando el avance alemán se estancó ante las puertas de Moscú se desató la contraofensiva soviética de invierno que amenazo con hundir el frente alemán. La orden de Hitler de mantener las posiciones recurriendo a «posiciones erizo» fue decisiva para estabilizar la situación pero llevó a la creación de algunas bolsas grupos muy heterogéneos de tropas rodeadas por los soviéticos que permanecieron aisladas durante largo tiempo. La más conocida es la de Demyiansk, pero, más al sur, la de Cholm escribió una página gloriosa en la historia de la Wehrmacht.
Durante 105 días unos 5000 hombres contuvieron los constantes ataques soviéticos, carentes de artillería pesada y solo comunicados con sus compañeros por medio de un puente aéreo que debía luchar no solo ante el enemigo, sino contra el purísimo invierno ruso. La actuación de la Luftwaffe resultó decisiva para la supervivencia de la bolsa, aunque ello llevó a sacar conclusiones erróneas a Hitler.
A pesar de lo desesperado de la situación, espoleados por el ejemplo de su comandante, el general Scherer, los alemanes resistieron hasta que, en mayo, se rompió el cerco y el frente se estabilizó en ese sector durante más de dos años.