Al igual que sucedió en el «Gran Juego» durante siglo XIX, Gran Bretaña y Rusia volvieron a pugnar por el Asia Central una vez comenzada la Segunda Guerra Mundial. Esta competencia entre Londres y Moscú, se materializaría mediante el ataque de objetivos al Eje sobre la región, como sucedió en Persia, o agrediendo a un aliado como China en el caso del Turkestán.
La invasión anglo-soviética de Irán en 1941 abrió el teatro de operaciones centro-asiático tras producirse la alianza de Teherán con Alemania. La campaña que como era evidente estuvo decidida de antemano, se prolongó varias semanas gracias a la heróica resistencia de un modesto ejército iraní que combatió sobre desiertos y montañas a fuerzas inmensamente superiores.
Sinkiang fue el otro foco de conflicto cuando la URSS irrumpió en esta agitada provincia, disputada con China. Conocido el incidente como «Rebelión Ili» tras el levantamiento de los uigures, las dos grandes potencias, que casualmente estaban en el mismo bando, libraron una guerra no declarada entre 1944 y 1945 que dejó decenas de miles de muertos y a punto estuvo de provocar un cisma entre los Aliados occidentales.