Los llamados rusos blancos, los que tuvieron que abandonar su país tras el triunfo de la revolución bolchevique de 1917, acaso son los soldados más despreciados, incómodos y desconocidos del siglo XX. En su forzado exilio, se organizaron en los países de acogida con la esperanza de continuar la lucha y, algún día no lejano, poder liberar del comunismo a su querida patria.
Los llamados rusos blancos, los que tuvieron que abandonar su país tras el triunfo de la revolución bolchevique de 1917, acaso son los soldados más despreciados, incómodos y desconocidos del siglo XX. En su forzado exilio, se organizaron en los países de acogida con la esperanza de continuar la lucha y, algún día no lejano, poder liberar del comunismo a su querida patria.
Un grupo de ellos, en la guerra civil española, retomó las armas alistándose en el ejército nacional de Franco. Y en el contexto de la guerra germano-soviética, fueron millares los que volvieron a luchar contra el Ejército Rojo vistiendo el uniforme alemán, unos pocos en las filas de la División 250ª de la Wehrmacht, la famosa División Azul.
A través de estos rusos blancos, de sus ignotas peripecias de combate y de sus biografías, nos asomamos a la cara más oculta de la martirizada historia de Rusia en el siglo XX: la de los rusos anticomunistas combatientes en tres, y hasta cuatro, guerras terribles: la I Guerra Mundial, la civil rusa de 1918-1923, la civil española de 1936-1939 y la germano-soviética de 1941-1945. Ganaron en España y perdieron las otras contiendas.
Su historia, escrita con mayúsculas de sangre por los ideales de la Fe, Rusia y el Zar, debe ser rescatada del olvido.